somos el tzatziki ululante

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*“¡Me encantó esta comedia británica de ciencia ficción! A ratos me hizo reír a carcajadas y en otros fue completamente disparatada. Una idea descabellada, pero muy bien trabajada en una aventura vertiginosa de proporciones épicas. ¡Una lectura súper divertida si os gusta un poco de humor de colegial mezclado en la trama!” ★★★★☆ Sam

*“Los fans de Douglas Adams se sentirán como en casa con esto. Una aventura espacial desternillante… Gracias al autor.” ★★★★☆ Debbie

*“Leí la sinopsis de este libro e inmediatamente lo pedí. Me ha encantado y sin duda llenó el vacío que dejaron libros como La Guía del Autoestopista Galáctico. Estoy segura de que las comedias espaciales ya están cansadas de ser comparadas con ese libro, pero eso solo demuestra lo poco que vemos en este género de ópera espacial/humor/familia encontrada… y este libro definitivamente cumple.” ★★★★☆ Katie

*“Una comedia de ciencia ficción para la posteridad. Somos el tzstsiki ululante se lee como un sucesor espiritual de La guía del autoestopista galáctico. Me lo pasé en grande… toda la historia parece una carta de amor a lo absurdo.” ★★★★☆ Julia

“Más gracioso que 1984, más prosaico que 2001: Una odisea del espacio, más corto que Dune, más interesante que La pronunciación del inglés de Gimson y contiene más referencias al yogur griego que toda la obra completa de Ray Bradbury.” – el autor
*traducidos del inglés

ESA SINOPSIS

“Es una maravilla: posiblemente la mejor sinopsis que he leído en mi vida.” – Liz

¿Qué haríais si recibierais un mensaje de una superinteligencia alienígena, a través de una bandeja de tzatziki, advirtiéndoos de que la Tierra corre un grave peligro?

Nuestro héroe Nigel Spleen intenta —y fracasa— desayunar (otra vez), cuando aparece ese cabeza hueca a medio cocer llamado Duncan Doesn’t, lo engaña para meterse en un pub con capacidad VTOL y lo arrastra hasta la termosfera exterior. Allí Nigel descubre su misión: un Cacharro Muy Grande está a punto de estrellarse contra la Tierra, y la supramente del tzatziki lo ha elegido a él para encontrar la manera de detenerlo. Nigel se ve así obligado a responder a la pregunta de arriba, junto con otras cuestiones más profundas que semejante situación naturalmente suscita.

En su misión, Nigel, junto con la tripulación del Septic Carbuncle, viaja a la Gran Nube de Magallanes, se sienta en un cuenco de estofado de hiperremolacha vafazatana con un alienígena que le recuerda a un tipo que conoce de Albacete, cae por un agujero de guion, conoce a alguien hecho enteramente de mozzarella, consulta la Guía de estilo de The Economist para aclarar si “anteater” rima técnicamente con “plant-eater”, recibe la orden de disfrazar a alguien de gnomo de jardín y llamarlo Denis Thatcher, lucha contra un Etercopo Querulante Cuasivasectomizado, escucha el audiolibro de Historia concisa de la proctología, se convierte brevemente en medio hombre medio tzatziki, resuelve el misterio del pepino de Chéjov, descubre la verdad sobre Balzak the Boar (y su superarma alienígena, la pajita de la muerte), y se enfrenta a su archienemigo: el irascible, grosero y supremamente abusivo Taramasalata Malévolo.